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Mostrando entradas de febrero, 2014

El pedido

No sabía en qué momento exacto en el tiempo había comenzado a amarla.   Sólo tenía certeza de que aquel había sido un proceso de enamoramiento algo confuso y atemorizante al principio.   Todas la tardes, después del trabajo iba a la misma cafetería sólo con el único fin de verla, de que tomara su pedido, así sólo fuese un mísero tinto.   Adoraba sus manos gráciles; sus uñas inmaculadas; el olor a flores silvestres de su aliento al hablar; aquella forma tan suya de mover la cola de caballo que se hacía con su negrísimo cabello.   Toda ella era una tentación ambulante; aún envuelta en aquel insulso uniforme, cualquier reina de belleza parecería un monigote a su lado.   Aquello que sentía por aquella chica era más de lo que podía soportar.   Era demasiado.   Sólo pedía que le atendiera ella.   Sólo ella.   Las demás meseras no existían, no eran más que sombras, seres anodinos sin gracia alguna. ¿Será que algún día se atrevería a decirle lo qu...