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Mostrando entradas de abril, 2012

La Trenza

Era una tarde fría y nublada cuando ellas llegaron al pueblo.   La gente apostada en las esquinas y en el frente de sus casas no cesaba de mirarles.   La mujer, de aspecto severo y andar altivo, hizo caso omiso de los crecientes murmullos y halaba de la mano con firmeza a su hija de doce años.   Aquella niña de belleza indescriptible era la que más llamaba la atención, ya que llevaba enredada en sus brazos y torso la trenza más larga que jamás se hubiera visto.   Era una especie de serpiente hecha de cabello oscuro que la doblaba en estatura y por eso debía llevarla alrededor de su cuerpo para no arrastrarla por el suelo.   Madre e hija se dirigieron con presteza a la única hostería que existía, seguidas por las miradas escrutadoras de los curiosos. El hostelero les ofreció la única habitación disponible, la que estaba en el segundo piso, justo enfrente de la de él.   La mujer le dijo que solo estarían tres días y le pagó por adelantado. -No quisiera...

Sincronía

Ellos no debían enterarse que había encontrado la caja.   Ni él pudo imaginar siquiera que estaría en el lugar menos esperado.   Ahí, justo donde el tiempo se detiene una mínima fracción de segundo para descansar de su eterno avanzar.   Allí en la cúspide de la montaña más alta de la tierra, donde vivió el último anacoreta se hallaba lo que buscaba por siglos.   No fue fácil encontrarla.   Tuvo que actuar con el más denso sigilo, nadie debía saberlo; luchar en cruenta batalla contra los embates del destino y esquivar con destreza las artimañas del olvido.   La voz de un sabio sin nombre le dijo que sólo con el tiempo tendría aquello que anhelaba.   Y tenía razón.   Ahora estaba ahí frente a ella, siendo seducido por el tenue resplandor de su metálica superficie.   Debía ser otro ser humano, aquella legendaria mujer, la que en su debido momento abriera sus primigenios secretos; pero el tiempo le había dado a él ese privilegio regalándole ...